José Saramago debe su apellido a un error por parte del
funcionario que inscribió su nombre en la partida de nacimiento. Saramago era
el apodo del padre, que realmente se apellidaba "de Sousa". Sin
embargo el escritor prefiere el nombre con el que fue inscrito al que realmente
le correspondía y confiesa que de este modo no necesitó inventarse un
seudónimo.

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