martes, 11 de junio de 2013

DOLORES VEINTIMILLA DE GALINDO



LITERATURA ECUATORIANA
DOLORES VEINTIMILLA DE GALINDO


Nació en Quito en 1830, en medio de una familia acomodada de la capital, personas que la conocieron han contado sus atributos físicos. Sus padres fueron el señor Don José Veintimilla y la señora Doña Jerónima Carrión, ambos nacidos en Loja. A los dieciocho años de edad contrajo matrimonio con el médico colombiano Sixto Antonio Galindo y Oroña, quien no supo comprenderla ni apoyarla en sus anhelos culturales.
Esta mujer fue una luchadora a pesar de la adversidades, pues nació el mismo año que nació el Ecuador como estado, y busco inmiscuirse en proyectos culturales a pesar de que en ese entonces las mujeres no eran muy tomadas en cuenta.
Su vida fue corta pero a pesar de ello creo muchos poemas brillantes como “Fantasía” y “Recuerdos”. Son obras en las que dialoga con el pasado y en las que culpa al tiempo por haber dado una temprana muerte a sus ilusiones.

          Sus obras

Sobresalen por su encanto sus  poemas, tan dolorosos como su vida: Con “Aspiración”, “Desencanto”, “Anhelo”, “Sufrimiento”, “La noche y mi dolor”, “Quejas”, “A mis enemigos”, “A un Reloj” y “A mi madre”.


Ella sufrió mucho en su matrimonio ya que su marido siempre la engañaba con otras mujeres y no la trataba como merecía, por lo que en su traslado a vivir en Cuenca, con su esposo y su hijo. Al poco tiempo este al no tener buenas respuestas en cuanto a su profesión como médico, decide abandonar a su esposa y su hijo e irse a Panamá. Dolores por sus escritos y su vida pública empieza a ser atacada por opositores a su ideología, los frailes solanos quienes pusieron en su contra al pueblo, adema que pasaba por una pésima situación económica y el abandono de su esposo, por lo que decidió suicidarse a sus veintisiete años, y se dice que antes de hacerlo escribió quejas, uno de sus mejores poemas, donde augura ya su muerte.
QUEJAS!                                                                               

¡Y amarle pude! ... Al sol de la existencia
se abría apenas soñadora el alma ...
Perdió mi pobre corazón su calma
desde el fatal instante en que le hallé.
Sus palabras sonaron en mi oído
como música blanda y deliciosa;
subió a mi rostro el tinte de la rosa;
como la hoja en el árbol vacilé.
Su imagen en el sueño me acosaba
siempre halagüeña, siempre enamorada;
mil veces sorprendiste, madre amada,
en mi boca un suspiro abrasador;
y era él quien lo arrancaba de mi pecho,
él, la fascinación de mis sentidos;
él, ideal de mis sueños más queridos,
él, mi primero, mi ferviente amor.
Sin él, para mí, el campo placentero
en vez de flores me obsequiaba abrojos;
sin él eran sombríos a mis ojos
del sol los rayos en el mes de Abril.
Vivía de su vida aprisionada;
era el centro de mi alma el amor suyo,
era mi aspiración, era mi orgullo ...
¿por qué tan presto me olvidaba el vil?
No es mío ya su amor, que a otra prefiere;
sus caricias son frías como el hielo.
Es mentira su fe, finge desvelo...
Mas no me engañará con su ficción. . .
¡Y amarle pude delirante, loca!
¡No! mí altivez no sufre su maltrato;
y si a olvidar no alcanzas al ingrato
¡te arrancaré del pecho, corazón!

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